Un gran sueño conlleva una gran responsabilidad


 

Mi experiencia como delegado de Mar Adentro y de México en las Naciones Unidas tiene varias dimensiones. Desde hace un año que me interesé por estudiar Relaciones Internacionales, me percaté que la Organización de las Naciones Unidas es el logro internacional para la paz más importante de la historia de la humanidad. Y debo decir que dentro de la ONU no es menos alucinante. El primer impacto que tuve sobre las Naciones Unidas fue estar en contacto por primera vez con toda la diversidad que conforma la humanidad. Ver personas de todo el mundo, que hablan distintos idiomas, con diversas nacionalidades, culturas y religiones aglomeradas por un objetivo común: la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres. Esto no solo es enriquecedor e inspirador, sino que me demostró que el diálogo siempre será la herramienta más humana con la que contamos y también la más efectiva.
Los problemas de género en todo el mundo tienen dimensiones diferentes. A lo largo de todas las conferencias podía notarlo: mientras los países africanos están siendo asolados por la guerra, los patrones culturales obligan a niñas a casarse en contra de su voluntad, donde mujeres son mutiladas todos los días y actos así de denigrantes están amparados por la ley; en América los niveles de violencia y acoso sexual son ofensivos; en los países orientales las mujeres no tienen acceso a la educación y el extremismo las ha silenciado y finalmente en Europa la brecha salarial de género es considerada el mayor robo de la historia de la humanidad. Todos esos problemas, ninguno menos importante que otro, me dejaron claro que la equidad de género no es asunto de mujeres, es un asunto de derechos humanos. La ONU por primera vez trabaja en una Agenda Global: los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible) que conforman la agenda internacional de 2015-2030, que es el único acuerdo internacional que han firmado los 193 miembros que conforman las Naciones Unidas. Es la primera plataforma de acción que todos los países reconocen como prioritaria.

Participar como delegado me permitió ver que las tareas sociales no se delegan a los gobiernos, sino cómo la sociedad civil y el sector privado se han sumado a esta lucha incansable de todos los que creemos en un mundo mejor. Ya fueran ONG´s conservadoras o las conformadas por feministas o embajadores de países en desarrollo o de los desarrollados: todos reconocen como una prioridad alcanzar la equidad de género para poder salvar al planeta y crear un mundo más justo. A lo largo de mi participación en la ONU tuve la gran oportunidad de entender lo que se hace internacionalmente en ese tema, para abrazar la responsabilidad de hacerlo realidad en mi contexto local.

Nueva York es un punto estratégico. Ahí toda la gente se dirige a cumplir sus sueños. Recorrer la ciudad es una experiencia. Creo que esa mezcla entre el cambio social y la progresista ciudad me dieron perspectiva para saber que la carrera del cambio debe ser más veloz y requiere mayor determinación por parte de todos. Pero el primer paso es visibilizarlo. La ONU me dio la oportunidad de crecer académicamente, profesionalmente y lo más importante: refrendar mi compromiso para mejorar la sociedad. Sea cual sea nuestro espacio, nunca es tarde ni inoportuno para ser activista.
El rol sobre el que desarrollaré mi investigación para Mar Adentro como parte del trabajo que entregaré a la asociación después de mi participación, es sobre el papel que juega el varón en la igualdad de género. Creo que los temas me involucraron más de lo que esperaba en el tema. Al entender mi postura como actor social comprendí que nosotros podemos ser importantes aliados para el cambio. Estoy más que convencido que la educación debe tener perspectiva de género porque debemos revindicar el concepto de masculinidad a uno menos coercitivo y el concepto de feminidad a uno menos sexualizado.

Asistir a esta plataforma internacional me hizo sentir muy esperanzado y llamado a la acción. Ojalá pudiera ilustrar a muchas personas como toda la gente en las Naciones Unidas me ilustró a mí. Llevar a un mismo recinto la situación de mi país me hizo sentir tan orgulloso como angustiado a la vez. En México nos falta mucho y como me dijo la embajadora de Sierra Leona: “La paz no es ausencia de guerra. Si en tu país mueren siete mujeres todos los días, de tu mismo país son los asesinos. La guerra ya no sólo es entre países, parece que a veces es contra las mujeres. Por eso debemos hacer de los hombres nuestros aliados.”

También fue interesante saber cómo está evolucionando el sector privado, porque ser mujer no debería definir la capacidad de nadie. Debemos crear empresas para la gente y no gente para las empresas.
Vi a refugiadas de la guerra de Siria, a importantes empresarios comprometidos, a niñas africanas a quienes les obligaron contraer matrimonio, a estadounidenses exigiendo una ONU más inclusiva, a ONG´s reclamando los altos niveles de violencia y exigiendo a la comunidad internacional que pare las guerras. Y la respuesta para todos: embajadores, jóvenes, políticos y trabajadores es la misma: necesitamos actuar, porque con la buena voluntad no basta.

 

Emmanuel Orozco Castellanos *


Emmanuel Orozco Castellanos es alumno del Plantel San Ignacio Cerro Gordo, aula externa Capilla de Guadalupe. Fungió como Delegado de México en la Comisión sobre el Estatuto Jurídico y Social de la Mujer presidida por el Consejo de Desarrollo Económico y Social de las Naciones Unidas verificada del 20 al 26 de marzo en Nueva York donde visitó la Misión Permanente de México ante Naciones Unidas y la sede de World Youth Alliance.

Emmanuel obtuvo esa distinción gracias a su extraordinario desempeño en torneos de debate organizados por la Secretaría de Educación Jalisco, CECyTE Jalisco y por la Asociación Civil Mar Adentro. Emmanuel estudia sexto semestre de la carrera de Procesos de Gestión Administrativa, manteniendo un promedio de 9.9.


         

 

 

 

 

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